Primal System: Capítulo 1: Alice



Primal System
Capítulo 1: Alice


- ¿Te has fijado en aquella estrella?
Dijo Alice con la mirada perdida ante tanta posibilidad de conjeturas
-No. -Respondió molesto Frank.- No ves lo que estoy haciendo, trato de encontrarlo
- Incontables postales de realidad y prefieres verlo a través del manoseado “vidrio” de tu pantalla.
- No seas puñetera Alice, que estoy trabajando
- Me vuelvo a la terraza.

Un aerodeslizador paso justo por el perfil de su mirada, tráfico calmado, lo justo para su madrugada particular acompañado de su injusto insomnio debido no se sabe si a su abuso al InaL o a una mala información, ella escogería la segunda opción, esta vez sin duda, por su creciente recuerdo de una adolescencia digamos, rebelde.

La noche era perfecta, dentro de lo que cabría esperar, desde su tumbona Alice observaba la luna, esa inmensa esfera de blanco nupcial, que por alguna casualidad o acto divino se le presentaba ante sus ojos.

-"Parásitos" - farfulló entre dientes después de una pausada reflexión, "No ha bastado con pudrir este planeta, repoblar océanos para construir esas dichosas fábricas de chatarras , tampoco han tenido escrúpulos para arrasar todo lo que tuviera algo de vida, dejando tan solo unos pocos para coleccionar y otro tanto para degustar, los que puedan, porque yo estoy harta de esa “basura sintética”. Al parecer les ha parecido poco; la tierra no es lo suficientemente grande para algunos cerdos, no, tienen que ir a conquistar desiertos rojos a millones de kilómetros de su hogar. Perfecto."

Y era cierto, doce colonias en la luna fueron suficientes para el desarrollo de viajes a Marte y la construcción simultanea de dos más independientes en el planeta rojo del llamado sistema colonial.

- Sabes que me gusta lo clásico cariño, lo sabes.
- Perdona... no te escuchaba
- Sería perfecto ahora la replica, me la has puesto a huevo, pero yo no soy tan cruel- al tiempo que Frank decía esto se le dibujaba una mueca de satisfacción fugaz en su rostro.
-Decía- en tono mas alto e inclinando su cuerpo ligeramente hacia la terraza- Que ya sabías que era un clásico, ¡Que me gusta lo clásico!
- ¡Ya! No lo dirás por tu brazo.
- Tocado y hundido, eso me ha dolido, lo dicho, yo no soy tan cruel. Me refería a mi equipo informático, las cosas a la vieja usanza a veces resultan mas practicas y este viejo cacharro me permite entrar con libertad y con mi talento innato por supuesto, allí donde lo necesito.
- Talento innato dice, me voy a por otra cerveza, porque ya veo que no necesitas de nadie para piropearte. ¿Quieres una?
- Siempre...
- Cuando te pones místico no sé a que te refieres... si a la cerveza o al genero femenino.
Sonriendo dijo: -No seas puñetera, a la cerveza mujer, a la cerveza, solo me refería a la dichosa cerveza porque con el género femenino estoy contigo servido mi amor.
- Lo has vuelto a hacer - la sonrisa de Frank paso de ser mueca a monumental y atronadora carcajada.
- Toma tu dichosa cerveza me salgo a la terraza de nuevo, estoy ahí, ahora sales ok

La tomó de la mano y la sentó sobre sus rodillas, en un progresivo e intenso beso, con sus dosis exacta de lengua, con un movimiento entre mecánico (irónico) e instintivo de su brazo artificial "LogicLab M.O.D 1-0-1" acariciaba su generoso seno en un leve mecer, como tantas veces había hecho otras tantas veces de modo ritual al hacer el amor.

Todo presagiaba un encuentro frenético de incontables jadeos pero no fue así. De forma pícara y provocativa Alice lo aparto apoyando las manos en sus hombros, con mirada entre dulce y traviesa movía la cabeza con una silenciosa negativa. Se levanto de sus rodillas antes de que el bulto de su compañero que notaba en sus muslos se hiciera mayor, contoneando su respingón trasero volvió a la terraza.

Frank, mirando como esa retaguardia se alejaba de él, solo pudo hacer una mueca de disconformidad al tiempo que suspiraba y regresaba a su teclado.




- Frank; ¿Cuándo nos vamos a ir de este planeta de mierda?
- No hables así, no es ninguna mierda, es nuestro verdadero hogar. No me acostumbro a las colonias, son, como diría, demasiado artificiales: "Todo colocadito de forma perfecta", parece una bola de esas que al girarla caen copos de nieve, además, también tienen su propia mierda como aquí...no llego a ver la diferencia.
- Bueno si lo piensas de un modo general es así.
- ¿A que te refieres?
- Pues a lo de las bolas... lo cierto es que algunas tienen esa enorme bóveda.
- La bóveda no me preocupa, me preocupa la vida dentro de ella... no me parece natural.
- ¡¿Y aquí?! ¿Te parece esto natural, respirando toda esta mierda a todas horas?

Frank se levanto del ordenador y salió a la terraza, dejó la cerveza en la cornisa, se dirigió a Alice dándola un abrazo.
- Lo se mi amor...lo se – la beso en sus cabellos rojos- pero "esta mierda" es lo único que tenemos, “ventajas de la deportación”, nunca nos dejaran salir de aquí, al menos de forma legal, no pasaríamos ni el primer control...tu por yonki, yo por lisiado.
- ¡Ya no me meto!
- Si ya lo se cariño, qué me vas a contar, pero... estas jodidas normas son así, Abusan de nosotros, la acogotan hasta tal punto, que cuando quieres reaccionar, tienes tan oprimido el cuello que si intentas gritar solo produces un afónico sonido.
- ¿Entonces?, dijo Alice secándose con su mano una pequeña lágrima que brotaba de sus verdes ojos.
- ¡Supongo que siempre puedes pegarle una patada en los huevos al que te coge del cuello!
Aquella frase provocó en ella una leve sonrisa nerviosa.
- Dices eso por que somos más ¿no?
- Si, pero siempre habrá algún gilipollas que estará muy a gusto ahogándose. Nunca llegaré a entender esa necedad. Te patean el culo y piden ración extra. Si pudiera cogería un subfusil y me cargaría a mas de algún hijo de puta de...
- Acabarías en kesel, haciendo trabajos forzados en el borde exterior.
- Cierto, pero saldríamos de aquí. ¿No? ¿No es lo que querías? Dijo sonriendo.
- Eso es lo que me gusta de ti Frank, tu humor. Pones las cosas negras y al final sabes acabarlo con un atisbo de esperanza aunque en el caso que nos ocupa el final es bastante desesperanzador. Te quiero.

Beso con sabor a cerveza de lenguas serpentinas, al acabar el intercambio de saliva, ambos se apoyaron en la barandilla de la terraza contemplando aquella ciudad de neón que se les presentaba.

- ¿Queda más cerveza?, interrumpió Frank 
- Creo que aun quedan dos.
- Voy a bajar a coger más, no tengo sueño y aun voy a seguir trabajando en el ordenador un buen rato. ¿Me acompañas?
- Te espero aquí
- Como quieras, no tardo.

Cogió su abrigo, cerró la puerta de su apartamento y esperó al ascensor. Al salir del portal se detuvo un instante para cerrar la cremallera y ajustar el cuello de su chaqueta formando dos picos. Dentro de su bolsillo buscó el paquete de cigarrillos, encendió un pitillo y comenzó a subir la calle.
Con reflexivo paso prestaba atención a la banda sonora artificial de la ciudad, sirenas, voces susurrantes a cualquier altura, turbinas de "Aeros" en semejante composición, una risa lejana y un lejano ladrido, todo en un contexto oscuro alumbrado por tenues farolas amarillentas de un reciclado carbono, dando a la calle un espectro de atardecer otoñal, pese a ser de noche. En contraste, los tonos rojizos verdosos y azulones que provenían de los incontables anuncios de neón de incontables tiendas, bares o carteles publicitarios de cualquier sitio de la urbe.

La brizna difuminaba el paisaje al que se añadía el frío y vapor condensado de Frank, cada vez que exhalaba una pizca de aliento a cada paso. Observaba impasible en su rutinario recorrido que daba a parar a la tienda de Wong, un pequeño cuchitril donde encontrabas desde cerveza, productos de limpieza, tabaco o cualquier tipo de droga blanda si te granjeabas la confianza de su reservado propietario, incluso podías afanarte una buena porción de InaL adulterado de baja calidad si demostrabas ser del agrado del amigo amarillo. Un “limpio” como solía decir a sus incautos compradores de aquel jode-mentes.

Aquellas diseminadas tiendas parecían salir de una cadena de montaje, las regentaban familias enteras de orientales y su conversación con el cliente se limitaba a una mera transacción monetaria.
Pero antes de doblar la esquina para entrar en aquel espacio donde te proveías de avituallamiento nocturno, una voz extraña se dirigió a Frank.

-“¡Eh! Tú. ¿Tienes algunos créditos?”
Frank esquivó oferta e individuo que proponía aquel imposible, fríamente siguió sin apartar un instante la mirada del suelo, ni pronunciar palabra alguna.
-“¡Eh! Estoy hablando contigo cabrón de mierda. Pásame algún puto crédito.” Frank seguía su paso dejándolo atrás, pero escuchando aún las sutilezas que el individuo le decía.
-“Maldita sea tu estampa hijo de puta...que te follen cabrón”
-“ Por lo menos no le falta vocabulario” pronunció Frank no demasiado en alto mientras continuaba su paso.
Al girar la esquina, su rostro se ilumino por el cartel que, de forma perpendicular, se sostenía milagrosamente al edificio. En amarillo intermitente anunciaba “Wong – Alimentación”, más abajo, con caracteres orientales, decía lo mismo. Esta vez en su idioma.

-“Buenas noches” y sin respuesta, de forma mecánica se dirigió a la cámara frigorífica donde estaban las cervezas.
Wong permanecía sentado cerca de su “oficina” y de la maquina registradora leyendo sabe Dios qué, en su TPP. Sus dos Hijos custodiaban con miradas fijas cada movimiento de cada nuevo cliente que entraban en sus aposentos.
Tomo un pack de ocho birras y se dispuso a pagar.
-“Cóbreme esto, y un paquete de Docs rubio sin filtro”
Wong oprimió un botón de su Tpp dejando a un lado su lectura y dando paso a su calculadora “parlanchina”, tecleó la cantidad y metiendo la compra en un recipiente de plástico agregó -“Dieciocho cleditos”-
-“Buenas noches” dijo Frank y ahora sí, obtuvo respuesta de Wong con una sonrisa de oreja a oreja.

Al salir de la tienda se ajustó de nuevo el cuello de su chaqueta. 
Para evitar nuevos tropiezos con el tipo que antes lo abordó, decidió cruzar de acera para evadir posibles percances.

Continuará...

 
 
 




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